innovador estelar de primera magnitud. La predicación que fluyó desde su púlpito precipitó en sí misma una revolución. Fue castigado por los londinenses sofisticados como vulgar y crudo, pero su punzante estilo anglosajón intrigaba y cautivaba a la gente común, de tal manera que miles asistían para escuchar su sencilla oratoria. Spurgeon mismo se gozaba en su simple predicación vulgar. Decía: “Si yo fui salvado por un Evangelio sencillo, estoy obligado a predicar ese mismo Evangelio sencillo hasta
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